Dia
7- Meditación y crecimiento
espiritual
Día
(Isa. 59:2) “Pero vuestras iniquidades
han hecho división entre
vosotros y vuestro Dios, y vuestros
pecados han hecho ocultar de vosotros
su rostro para no oír”.
(Sal. 1:2) “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su
ley medita de día y de noche”.
(Sal. 37:4) “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá
las peticiones de tu corazón”.
La madurez espiritual es un
proceso que demora algún tiempo, y la meditación bíblica es una herramienta
indispensable para interiorizar la verdad en el corazón.
En la jornada de hoy vamos a
conocer dos condiciones básicas para que la meditación resulte en crecimiento
espiritual, conduciéndote ante la presencia de Dios durante el transcurso del
día.
Primera condición:
Apartarse del pecado
La Biblia dice, en 1 Juan
3:4, que el pecado es la transgresión de la Ley,… es decir, iniquidad.
Realizando un estudio más profundo de la palabra iniquidad, percibirás que una persona
en pecado está en una posición contraria a Dios. Con seguridad, la cercanía y
el amor al pecado interferirán en su relación íntima y profunda con el Padre.
El pecado impedirá que la persona tenga un claro discernimiento de la relación
que Dios quiere tener con él durante ese día.
La orientación divina es
clara: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al
mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los
deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no
proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que
hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Jn. 2:15-17).
El creyente que busca a Dios
diariamente durante las primeras horas del día, por medio de la meditación en
la Palabra, pasa a odiar naturalmente al mundo y sus atractivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario